Te mereces un huequito en nuestro blog por todo el apoyo, ayuda, ánimo, consejos... que nos das día a día, por el tiempo que nos dedicas con tu sabiduría... porque nos subes la moral cada vez que nos mandas un mensaje, tus palabras nos enseñan cada día algo nuevo.
Pedro, GRACIAS POR TODO.
Un beso.
Sonia.
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Uno de los lugares mágicos de la Catedral de Santiago es, sin duda, la Puerta Santa. Esta entrada lateral a la Catedral permanece abierta en Año Santo (el año en que la festividad de Santiago, el 25 de julio, coincide en domingo) y el resto de los años que no son Santos permanece tapiada. La Puerta Santa está enclava en la Plaza de la Quintana y es de este lugar del que, brevemente (pues el sueño me vence) os hablaré esta noche.
La plaza está dividida en dos partes separadas por unas escaliantas: la ”Quintana dos Vivos” (en la parte superior) y la “Quintana dos Mortos” (en la parte inferior). Esta última recibe su nombre porque en su momento fue un cementerio, de ahí su nombre.
Una de las veces que visité Santiago me senté en estas escalinatas cumpliendo un rito sin saberlo. Un lugareño me contó que los escalones simbolizaban el tránsito de la vida a muerte, y como creía que aún faltaba mucho tiempo para mi “momento” y no me apetecía estar tan cerca de “os mortos”, me metí en un bar situado en la parte alta de la plaza, la llamada “Casa de la Parra” Allí os podéis tomar un café (o lo que os apetezca) sentadas junto a una de sus ventanas. Tendréis una perspectiva muy bonita de la Catedral y de la “Quintana dos Mortos”; podréis sentiros muy vivas, observar el tránsito de turistas, peregrinos y habitantes de esta mágica ciudad y dejar pasar lentamente el tiempo.
Buenas noches, peregrinas.
De las sendas que he pisado hasta llegar a Compostela, hay una de la que guardo un recuerdo muy grato. Fue la prolongación del Camino de Santiago hasta llegar a Fisterra. Fueron cuatro días muy intensos con jornadas interminables de más de treinta kilómetros, un sol abrasador con temperaturas en el monte de unos cuarenta y pico grados. (http://www.lavozdegalicia.es/hemeroteca/2003/08/09/1897842.shtml)
Salimos de la Plaza del Obradoiro y al segundo día sustituimos el paisaje de bosque de helechos, castaños, robles y eucaliptos por pinos con el fondo azul del mar. Al cuarto y último día, la llegada a la Playa de Langosteira con el cabo de Finisterre al fondo fue espectacular. Como lo fue también el recibimiento que nos depararon en la Iglesia de Nosa Señora das Areas con un modesto concierto de cámara y el traslado posterior en autobús al faro de Finisterre. Allí, pudimos cumplir con las tradiciones de quemar una prenda que usamos en el Camino como rito purificador y gozar con una puesta de sol en la inmensidad del océano mientras escuchábamos el sonido de la gaita que tocaba uno de los peregrinos con quién hicimos ese Camino.
Las jornadas sudorosas, los pies castigados, los hombros dolidos por el peso de la mochila,... todo el esfuerzo realizado había merecido la pena. ¿Seguía siendo el mismo después de este viaje “purificador”? Cuando recuerdo éste y otros caminos, sé que el esfuerzo diario, la ayuda a los demás, la ilusión, la superación ante el deseo de abandonar y otros valores más (presentes en mayor o menor medida en nuestras vidas), se consolidaron en mi día a día.
Os deseo un feliz viaje (tanto interior como exterior) Como desde la Edad Media hasta nuestros días, os saludo a vosotras hermanas peregrinas como se saludaban y saludan hoy los peregrinos: ¡¡¡ULTREIA!!!. http://es.wikipedia.org/wiki/Ultreia
Buenas noches, Peregrinas.
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